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viernes, 18 de octubre de 2013

Megax (Capítulo 8) - Solo

-Vamos, no llores. Estaré contigo.-le decía Will mientras escupía sangre- Hazme un favor, mientras Rein aguante agarra nuestra esfera y cuando estés lejos lanza la habilidad que salga reflejada. Le dará tiempo a ellos a huir. Por favor, Li, huye y sé feliz.

-¡No! ¡Vamos a luchar!- le contestó, y la esfera comenzó a brillar.

-Ya no hay vuelta atrás, voy a morir, hagas lo que hagas, huye, por favor.

-¡Goraio Dibron!- gritó Li con lágrimas cayendo de su cara.

Los ojos de Will adquirieron un brillo fuerte y la chica, del susto le soltó. Pero se mantuvo de pie. Llevó el puño hacia atrás y arrojó un puñetazo hacia adelante. Pero la cosa no quedó ahí. De su puño salió un brillo morado que comenzó a formar lo que parecía ser un tigre violeta, el cual en breves adoptó un tamaño impresionante.
Entonces Rein, con el pelo volando hacia atrás, agarró a Will que se había quedado inconsciente pero estaba de pie con los puños cerrados, por lo tanto seguía vivo. Salieron corriendo de aquel polígono y montaron a Will en el coche de Bella, la compañera de Rein. Arrancó el coche y salió a toda velocidad.

-¡Baberuga Yo-yo!

De un momento a otro, el coche estaba dando vueltas de campana.

-Dos por uno, Melvin. Aprende.

-Solo ha salido uno nuevo- comentó Gustav.

-¿Será porque el límite son cinco?- preguntó irónicamente Gary.

Se acercó caminando al coche, que estaba boca abajo, y de un golpe con un yo-yo le dio la vuelta. Su cara quedó paralizada cuando vio que dentro del coche no había nadie.

-¿Qué? Si deberían estar muertos los cuatro.

-¡Rao Doru!

Entonces, en un momento, Gary salió volando hacia una grúa y quedó tumbado en el suelo. Melvin, hizo un gesto con las manos y movió una pelota que tenía en el bolsillo de un lado a otro muy rápidamente simplemente moviendo los dedos. Hasta que se escuchó un grito.
Rein estaba sentado en cuclillas con los puños morados por lo que parecía ser la habilidad que habían lanzado. Melvin se esfumó en una nube negra, apareció detrás de su enemigo y le agarró la melena con una mano.

-Vaya, vaya, esa habilidad no es la básica ¿A quién se ha cargado este gusano?- preguntó y luego le golpeó la cabeza contra el suelo- ¿Tienes más?

Rein no contestaba.

-¡Contesta!

-Sí, me cargué al sireno de Iboria y a la pareja de Stunk.

La compañera de Rein estaba de pie mirando la escena con una frialdad impresionante.

-Acabemos con esto, Heinz, lanza el quinto.

-¡Gofuro Trafook!

Entonces de la capa de Melvin comenzaron a salir cuchillas que se clavaron en el cuerpo de Rein. El joven no gritaba. Cuando quiso darse cuenta, lo que tenía delante era un muñeco idéntico a su enemigo.

-Pero... Venga va, dejad de hacer el gilipollas. Dame la esfera, que me estáis cansando.

-Bueno, vamos a casa, déjales vivir por esta vez- le ordenó Gary guiñándole un ojo.

Melvin se giró y se guardó la pelota en el bolsillo.

-¡Dioforuso Yo-Yo!

De las manos de Gary salieron una cantidad incontable de yo-yo que fueron directamente hacia la esfera que sujetaba Bella a unos veinte metros. Cuando la alcanzaron, la chica no se resistió en sujetarla. La envolvieron con las cuerdas y se la llevaron hasta las manos del preso, el cual la levantó alto y la rompió contra el suelo. No se escuchó nada.

-Vamos, Melvin. No queda nada interesante por aquí.

Gary se marchó andando hacia la ciudad. Soltaba un aura negra que formaba detrás suyo una sonrisa demoníaca.



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