La asamblea
había empezado y todos los gobernadores de los cien países se hallaban sentados
en sus butacas. No faltaba ninguno. Todos sabían que es lo que hacían allí, y
como iba a acabar la cosa.
-Bueno,
organismos de gobierno de los países en conflicto. No voy a nombrar uno por uno
porque veo que no falta nadie, dado que esto es una situación que afecta
gravemente a todos y cada uno de nuestros países. Y como representante de la
primera potencia mundial debo incitarles a tomar una decisión. En esta guerra
va a haber heridos, destrozos y sobre todo dolor. Han pasado quince siglos desde
la última guerra mundial, y creo que hay que tomar una decisión más madura que
la de la última vez.
-¿A qué se
refiere señor?- preguntó el presidente de Vortia- ¿Hay otra solución?
-A eso quería
llegar. Con una guerra como la anterior reduciríamos la población en un 25% ¿No
sería mejor reducirla en un 0,00001%?- pudo contemplar como todos los presentes
sacaban aparatos para contar y comenzaban a calcular a que se refería- Dejad de
contar, yo lo diré, se trata de doscientas personas.
-¿Y qué
pretende? ¿Matarlos así sin más? ¿Y qué método seguiría para escogerlos?
-Presos,
compañero, todos tenéis prisioneros en vuestras cárceles ¿Qué os parece si en
lugar de destruir nuestras ciudades, mandamos a dos presidiarios por país a
luchar a muerte entre ellos?
-¿Y nosotras?-
preguntó una mujer, que supuso, era la reina de Frozn, país habitado por
mujeres- ¿Mandaremos mujeres? Sería injusto.
-¡Viva la
igualdad!- gritó alguien por ahí.
-Estamos en el
año 5790, en medio de una crisis económica mundial, con las lanzas preparadas
para luchar. Heatz quiere vuestro hielo, al fin y al cabo es el único que queda
en todo el mundo. Y encima de que os damos la oportunidad de evitar lo
inminente, porque al fin y al cabo sois el país más débil ¿Os quejáis? Perdona
Scorch, pero deberías aclararle lo que son esos cañones que tenéis en la
frontera.
Un hombre con el
pelo largo y un traje rojo se giró hacia la mujer y le giñó el ojo, lo cual
provocó unas chispas de fuego que desaparecieron en el aire.
-Bueno ¿Qué me decís?
Vosotros elegís. El país con el último, o los últimos, presos en pie gana.
-¿Dónde se va a
desarrollar la batalla?- preguntó un chaval, de unos dieciséis años que tenía
la piel azul y el pelo en punta.
-Está claro que
no lo haremos en este planeta, habría otros factores que influirían en la
batalla.
-¿Qué le parece
La Tierra? Está a seiscientos años luz de Megax y podría ser un escenario
perfecto.
-¿Hay
habitantes?
-Sí, bastante
parecidos a nosotros, por cierto, muchos pasarían desapercibidos.
Un hombre de
dimensiones gigantescas se levantó de una de las sillas del final. La sala era
enorme y nadie había notado su presencia. El gigante se levantó y caminó hasta
el escenario, donde el presidente de Plasm se encontraba dando aquel discurso.
-Señor Loghiath,
no me había alertado de su presencia. Y mire que es difícil.
El gigante le
agarró de la cabeza y lo depositó suavemente en el suelo para poder subirse al
micrófono. El locutor, le miraba asustado, si hubiera querido podría haberle
matado.
-Siempre me he
considerado un hombre honrado ¿Saben? Y si algo noto en esta pelea es que mi
país va a ganar, si mandamos a nuestros habitantes, con nuestras mismas
características, a pelear a muerte, sin ninguna estrategia. Somos gigantes, y
acabo de demostrar que puedo aplastarle la cabeza al hombre, que ahora mismo,
es el más poderoso del mundo. Así que os voy a proponer algo- anunció por el
micrófono mientras todo el mundo le miraba asustado- ¿Por qué no mandamos
representantes de nuestro país en sí? O sea, con las habilidades de nuestros
fundadores. Por ejemplo, nosotros mandaríamos gigantes, con la habilidad de la
transformación corporal, los de Frozn mandarán gente con poderes helados y así con todos los países. Como la historia lo manda ¿No recuerdan
cuando los dioses se pusieron de acuerdo para dejar de luchar y crear este
planeta? Pues desatemos una batalla épica.
Algunos
aplaudieron, otros simplemente asintieron con la cabeza. Pero el presidente de
Plasm se levantó del suelo, donde había estado escuchando el discurso y se
acercó al micrófono.
-Muy buena idea,
compañero, pero hay algo que no hemos tenido en cuenta. En aquel planeta no se
trataría de algo corriente. Deberíamos buscar algo que pueda controlar a los
reclusos, o un requisito para poder luchar.
-Eso era otra
parte de mi propuesta ¿Qué os parece si cada representante tenga un compañero
humano? El cual tenga que utilizar su energía para que el luchador pueda usar
sus habilidades.
-¿Y cómo usaría
las habilidades?
-Fácil, les
damos una esfera de diamantes a cada representante, en la cual aparecerá el
nombre de la habilidad disponible, por ejemplo “Noccio” o “Bratustargenestugen”
o lo que sea, entonces con que el humano lo pronuncie el Megaxiano utilizará su
habilidad. Consiguiendo una habilidad nueva cada vez que mate a otro. Si la
esfera se rompe, el recluso muere, si éste muere, la esfera no se romperá y
quedará a disposición del humano ¿Qué os parece?
-Te has lucido
Loghiath, mi más sincera enhorabuena. Tenéis todos tres días para preparar a
vuestros reclusos y proveerlos con las habilidades. Tendréis que ordenar las
habilidades por orden de poder. Dicho esto, declaro la I Guerra Megaxiana.
Suerte a todos y que gane el mejor. Se disuelve la reunión.
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