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martes, 15 de octubre de 2013

Megax (Capítulo 5) - Solo

Aquel hombre, con una pistola en la mano, se dispuso a vaciar la caja registradora mientras la chica sonreía de una forma muy siniestra a los rehenes apuntándoles con la ametralladora.

-¿Te falta mucho, Dwain? Tengo hambre- le comentó mientras colocaba su pie sobre un hombre que, asustado, se hallaba tumbado en el suelo.

-Ya está, destruye la caja fuerte.

La chica apretó un botón en su arma y ésta comenzó a cambiar de forma, guardando los tres cañones y sacando lo que parecían ser unas fauces de la parte exterior del arma. Cuando dejó de transformarse, la chica apretó el gatillo y del cañón salió un misil a toda velocidad, que reventó la caja fuerte que tenía en frente. Todos los rehenes pegaron un grito.

-¿No te enseñaron, querida Ivanna, que no se puede robar un banco desde fuera?

-Pero ¿Que demonios?

Cuando el humo se disipó, quedó a la vista un chaval de unos veinte años, vestido con una camiseta blanca sin mangas y unos piratas azules. Esbozaba una sonrisa demoníaca, pero el resto de su cara expresaba tranquilidad. Además tenía el pelo con puntas hacia todos lados.
La chica, sin pensarlo le lanzó un misil.

-¡Self Yo-Yo!

Entonces, de las manos del chaval salieron lo que parecían ser dos yo-yo, uno de cada mano. Éstos empezaron a girar rápidamente y a crear un circulo en el aire contra el cual chocó el misil.
Al ver que no surtía efecto, Ivanna pulsó el botón de nuevo y la ametralladora volvió a su estado original. Empezó a disparar a una velocidad impresionante mientras reía y sus trenzas azules volaban hacia atrás, la gente presente gritaba, incluso una mujer se desmayó. Pero al chaval no pareció importarle, sin ninguna habilidad activa comenzó a lanzar sus yo-yo hacia adelante golpeando las balas una por una. Ivanna, agotada, al ver que no las balas no tenían ningún efecto, se detuvo.

-Pero ¿Qué eres?

-Tú perdición, querida. Adelante Gustav, a estos se les ha acabado la fiesta- le contestó mirándola a los ojos.

Un hombre con un bigote enorme vestido con una gabardina marrón se asomó por dentro de la caja fuerte.

-¡Yo-yo!

En cada mano del chico aparecieron dos yo-yo más, teniendo un total de tres en cada extremidad.

-Me cae bien, no quiero que sufra mucho, dame algo más- le ordenó a su compañero guiñándole un ojo.

-Lo que tú quieras, Gary ¡Gio Yo-yo!

Esta vez las armas del chico se llenaron de espinas metálicas. Y sonriendo, comenzó a golpear a Ivanna con ellos a una velocidad vertiginosa. Los brazos de la chica sangraban a chorros. Intentaba pararlos con la ametralladora pero si chocaban contra ella se levantaban y la rodeaban.

-¡Haz algo, maldito inútil!- le gritó a su compañero.

-¿Que quieres que haga? Es demasiado fuerte.- le contestó Dwain.

-Vamos, parecéis idiotas, usad alguna habilidad- Gary paró de golpearla y poniéndose frente a su sangrante cara- ¿O es que no tienes ninguna? ¿Qué pasa? ¿La asesina tiene miedo de matar?

-¡Soy inocente!

-¡Mentira!- gritó riéndose.

Entonces le asestó una patada en las costillas y la dejó en el suelo.

-¿Sabes Dwain? Me dan dos habilidades por matarte a ti en lugar de a tu amiguita.

-No, por favor, tengo mujer e hijos- le suplicó llorando.

-¡Mentira!- le gritó riéndose y golpeándole con lo tres yo-yo de la mano derecha en la cara, Dwain se apoyó en la mesa que tenía a su lado y se cubrió la cara- Eres un desgraciado que apenas puede comer. Mira como tienes a Ivanna, en los huesos ¿No te da vergüenza?

No contestó.

-¡Foruso!

Entonces, la puerta del banco se destruyó para dar a ver un puño metálico que golpeó a Gary contra la pared. Éste arrastró un par de cristales que se clavaron en el cuerpo del chico. El puño volvió hacia atrás y se enfundó en la mano de una chica pelirroja con el pelo largo y moviéndose con el viento. Vestía una armadura metálica de la cual sobresalía una falta rosa.

-¿No puedes cuidarte sola, hermanita?- le dijo con una voz suave a Ivanna, luego se acercó a Gary y le tendió una mano- Soy Violetta, encantada.

El chico la miró desconfiado, pero después de unos segundos le dio la mano. Tras ponerse en pie, la chica le pegó un gancho con la otra mano con el cual lo elevó en el aire. Toda la gente que había en el banco aprovechó para huir. Le agarró del cuello y lo lanzó fuera del edificio. Donde chocó contra un camión y reventando la pared del trailer se quedó metido dentro. Gustav corrió en su ayuda.

-Vamos, Andrew, ayuda a Dwain a salir, yo me encargo de mi hermana- dijo levantando a Ivanna en brazos- Tenemos que llevarles al hospital.

-Vale, tú decir, yo hacer.

A lo lejos se oían sirenas de policía. Así que se subieron a una furgoneta blanca y se marcharon. Mañana sería otro día, bastante sangre por esta vez.


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