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sábado, 19 de octubre de 2013

Megax (Capítulo 11) - Títere

Corría sin cesar con el miedo pintado en el rostro. Ya había escuchado rumores sobre una extraña criatura merodeando por los barrios bajos, una silueta fugaz que a pesar de ocultar el rostro tras una capucha, siempre tenía dos focos de color rojo intenso mas allá de la oscuridad que impedía ver sus facciones. Pero él quería saber mas, quería verlo con sus propios ojos... pobre incauto.

-No camines mas allá de la farola fundida. No pises los callejones abandonados. Si aprecias algo más que tu vida, créeme,  no te aconsejo que te acerques a esa zona -le había advertido un anciano borracho en aquel tugurio.

Ahora, huyendo aterrado y temiendo por su vida, se arrepentía de no haber prestado atención a las palabras de aquel viejo. Hacía unos minutos que ya no se escuchaban pasos tras de sí, así que decidió parar para recuperar el aliento.
Y entonces el eco de una carcajada fantasmagórica hizo presencia por los alrededores y su respiración se cortó en el acto. El cazador había encontrado a su presa.
Gotas de sudor caían desde su frente y sus ojos escudriñaban cada rincón como si de verdad fuese capaz de escrutar las sombras que le rodeaban. Fue en aquel momento cuando esa criatura dio con él. Desde lo alto de un edifico en ruinas cayó como un peso muerto produciendo un ruido seco.
Tenía forma humanoide, pero de él emanaba un aura siniestra capaz de erizar el vello de la nuca al mas valiente. Vestía unos ropajes negros con holgura, pues le caían trozos de tela por hombros, cintura y perneras. En cada brazo llevaba unas cadenas enrolladas que se desplegaban para acabar en una afilada cuchilla, y tal como le había dicho, en el interior de su capucha se distinguían dos luces rojizas que brillaban amenazadoras.
Ese ser comenzó a acercarse muy lentamente mientras las cadenas ondulaban colgando de sus brazos.

-¡Aléjate! -le gritó a la criatura en un intento desesperado de intimidarla.

Pero la criatura rió y balanceando la cadena cortó y rasgó la carne de aquel hombre, hendiendo su pecho con el acero. La sangre brotó en abundancia, y junto a ella salió una extraña voluta de niebla que flotaba y se retorcía lentamente como una culebra enferma. Aquella cosa la agarró con firmeza a pesar de tratarse de algo intangible y se la llevó al interior de su capucha, devorándola.

***

-En Japón ocurren muchas historias día tras día, y todas y cada una de ellas anónimas a la par que conocidas. Un joven ha salvado a una futura madre de ser apalizada por bándalos, un mendigo ha sido incinerado vivo en un accidente, una boda fue interrumpida por la Yakuza causando la muerte de varias personas en el acto, un hombre es encontrado con el pecho descuartizado y el rostro petrificado en una expresión de pánico. No cambien de canal, pronto volveremos para informarles de las últimas novedades de esta gran ciudad...
El locutor del programa seguía hablando, pero el niño ya no lo escuchaba. Era de noche, hacía frío y los transeúntes caminaban absortos en sus propios problemas sin percatarse de él. ¿Quién iba a cerciorarse de un niño cualquiera de 11 años parado frente al mostrador de una tienda de televisores en una ciudad como Tokyo?
El pequeño se giró y emprendió camino por una de las calles de la enorme ciudad, pero algo le llamó la atención. En un callejón había una persona tirada en el suelo, al parecer casi inerte. Tanta atención le prestó a aquel sujeto que no vio por donde caminaba y chocó contra un hombre trajeado.

-¡¿Es que no ves por dónde vas, niñato?! -le gritó aquel hombre.

-Pe-perdón señor, no me había fijado- se excusó el pequeño con temor.

-¿No sabes quien soy? Soy miembro de una Yakuza, si quisiera podría matarte ahora y nadie movería un dedo, estúpido niño. -el hombre trajeado sacó una M-9 de un bolsillo y apuntó el canon hacia el niño con una sonrisa burlona.- ¿Quieres una bala en el cráneo?

El yakuza estuvo a tan solo un segundo de apretar el gatillo, pero entonces la pistola calló al suelo seguida de su mano y un charco de sangre se extendió en la acera. Dolor, confusión, rabia. El yakuza explotó en emociones y gritando buscó al responsable. Se dio la vuelta y al instante una cuchilla ligada a una cadena se clavó en su vientre produciéndole una intensa dolencia en sus entrañas. Encogido por el dolor su rostro se contrajo al verle. Una figura alta, encapuchada, con unos ojos tan rojos como la sangre que su cuerpo perdía.

-¡Te mataré, mis muchachos convertirán tu cuerpo en un saco de carne irreconocible! -gritó consumido por la rabia.

-Que curioso... eso es justo lo que está apunto de sucederte a ti -de nuevo una voz fantasmal emergió desde la profunda oscuridad de aquella capucha.

Tirando de la cadena lanzó al yakuza contra una pared y haciendo bailar ambas cuchillas arremetió contra él con perfecta determinación. Le cercenó un brazo, después desgarró su rostro, para continuar sesgó sus piernas de un tajo y el yakuza cayó al suelo entre gritos de desesperación. Continuó dando tajos cada vez a mayor velocidad hasta que no quedo nada mas que un saco de carne irreconocible. Una escena realmente cruenta. Al acabar, otra voluta de niebla flotaba sobre los restos de aquel hombre, y la criatura volvió a llevárselo al interior de la capucha.
Aquel ser se disponía a marcharse de allí cuando algo le retuvo. El niño le agarró una mano y se pegó a él, mientras que la criatura pareció no hacer caso de aquel gesto. Ambos comenzaron a caminar con parsimonia perdiéndose entre las intrincadas calles de Tokyo.

-¿Quien... quien eres? -se atrevió a preguntar el asustadizo niño.

-Sherth -fue su única respuesta.

-¿Por qué me has ayudado? -le preguntó el niño.

-Te pareces a él... -Le dijo la criatura.

-¿A él? -volvió a preguntar el pequeño.


-No te preocupes, yo te protegeré... no pienso volver a perderte -sentenció Sherth dando a entender que por ahora era suficiente.



Blog de Títere: http://deliriosinsomnes.blogspot.com.es/

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